Por la espesura de bayas y las islas de juncos, como a través de un mundo que sólo fuera cielo, oh firmamento invertido, la barca de nuestro amor se deslizaba.
Radiantes como el día eran tus ojos, radiante la corriente fluía y era radiante el alto cielo.
Días de abril, aires del Edén...Cuando murió la gloria en el dorado crepúsculo, brillante ascendió la luna, y llenos de flores al hogar regresamos.
Radiantes fueron tus ojos esa noche, habíamos vivido, oh amor...Oh amor mío, habíamos amado. Ahora el hielo aprisiona nuestro río, con su blancura cubre la nieve nuestra isla, y junto a la lumbre invernal tu corazón y el mio dormitan y sueñan.
Sin embargo, en el sueño, fluye el río y la barca del amor aún se desliza...
Escucha el sonido del remo al cortar sus aguas.
Y en las tardes de invierno cuando la fantasía sueña en el crepitar de la chimenea,
en sus oídos de viejos enamorados el río de su amor canta en los juncos.
Oh amor mío, ama el pasado,
pues en algún día fuimos felices y algún día nos amamos.
Robert Louis Stevenson
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